“Los estudiantes de hoy buscan obtener aprendizajes significativos,
que guarden relación directa con su vida diaria y que les permitan
ser protagonistas de su proceso educativo”.
Prenksy
La Escuela de Negocios de Harvard, señaló el pasado noviembre que los espacios de trabajo sin diversidad de edades, tienden a perder competitivamente hablando.
Sugerir que las personas nacidas después de 1984, también conocidos como ‘nativos digitales’, llevan la tecnología en el ADN, no solo hace daño a los trabajadores, también les aparta a ellos del éxito, según Harvard.
Lo mismo se puede aplicar en las aulas. Hacemos daño a los estudiantes, en vez de ayudarles, cuando asumimos que tienen unas habilidades tecnológicas excelentes. Al asumir que esta generación de estudiantes es diferente a todas las demás, muchos de los procesos básicos de aprendizaje se han perdido por el camino y esto solo crea una falta de habilidades para su futuro.
Pero, ¿quiénes son los nativos digitales? ¿Un joven obsesionado con las redes sociales y los selfies? ¿Una freelancer que se pasa el día «pegada» a la pantalla de la computadora? ¿Un instagramer que siempre está a la última y que todavía vive con sus padres? Es posible que todas esas afirmaciones respondan a ese perfil.
Pero ¿cuánto hay de mito y cuánto hay de realidad?
Según Marc Prenksy, fundador y director ejecutivo de la Fundación e Instituto Global para el Futuro de la Educación, en California, EE.UU. y quien también acuñase los términos «nativos digitales» e «inmigrantes digitales» en el año 2001, ha entrevistado a cientos de jóvenes quienes:
- No quieren charlas teóricas.
- Quieren que se les respete, se confíe en ellos, y que sus opiniones se valoren y se tengan en cuenta.
- Quieren seguir sus pasiones e intereses.
- Quieren crear, usando las herramientas de su tiempo.
- Quieren trabajar con sus compañeros (iguales) en trabajos de grupo y proyectos (y evitar que los vagos viajen gratis).
- Quieren tomar decisiones y compartir el control.
- Quieren conectar con sus iguales para expresar y compartir sus opiniones, en clase y alrededor del mundo.
- Quieren cooperar y competir entre sí.
- Quieren una educación que no sea únicamente relevante, sino conectada con la realidad.
Por otra parte, Miháil Csíkszentmihályi, profesor de psicología en la Universidad de Claremont (California) y ex jefe del departamento de psicología en la Universidad de Chicago y del departamento de sociología y antropología en la Universidad Lake Forest, lleva desarrollando la Teoría del Flujo desde 1975, la cual nos habla de una serie de factores que crean situaciones óptimas y positivas en la ejecución de una actividad.
En estos entornos de actividad se pueden producir aprendizajes profundos y significativos, que sean además plenamente satisfactorios. Las características de estos procesos se resumen en:
- Que sea una situación desafiante.
- Que se focalice la atención en la tarea.
- Que existan metas claras.
- Que se produzca una retroalimentación sobre la tarea.
- Que se produzca una pérdida de la sensación del tiempo (inmersión).
- Que sea una experiencia autotélica, es decir, que hacemos porque vivirla es la principal meta.
«Predigital» vs. «postdigital»
Jason Dorsey, presidente y cofundador del Centro para la Cinética Generacional, en Austin, Texas, EE.UU., un organismo que busca comprender y liberar el potencial de cada generación como empleados, clientes y marcadores de tendencias, dice que su objetivo es separar los mitos de la realidad de cada generación a través de datos.
«Los ‘millenials’ que tienen ahora 30 años y que tienen un trabajo y tal vez su propia casa y ahorros, pueden entrar en conflicto con personas de su misma edad que siguen teniendo problemas a la hora de encontrar empleo o comenzar su carrera. Una parte de esa generación tiene una clara ventaja económica», explica Dorsey.
“Cada generación aporta algo valioso y diferente. Cuando trabajan juntas, se crea un equilibrio. Y eso es muy importante”
Esa división también se da entre los «millennials viejos» -que ahora tienen treinta y tantos y están a punto de cumplir 40, explica Dorsey- y los «millennials jóvenes», que ahora tienen veintitantos.
«Nuestros estudios demuestran que hay una ruptura dentro de la propia generación y no sabemos qué ocurrirá dentro de los próximos diez años, pero esperamos que puedan reconciliarse», afirma el experto.
Según Dorsey, esa división tiene mucho que ver con la relación de cada tipo de «millennial» hacia la tecnología: unos recuerdan la época analógica; otros nacieron cuando el mundo ya era digital.
Y esa es la única diferencia que importa realmente para Marc Prensky.
Por su parte, Marc Prensky asegura que diferenciar a las generaciones por edades es «artificial» y que la llegada de la tecnología digital es lo que define a cada una de ellas.
«Todo gira en torno a las diferencias culturales: de lo predigital a lo postdigital. Lo que ha cambiado es la actitud. Si creciste en el mundo predigital, la privacidad y las comunicaciones cara a cara serán más importantes para ti que para quienes nacieron en el mundo digital».
«La idea de la edad que uno tiene o del año en que nació no importa tanto. Puedo tener más años, pero usar la tecnología con fluidez, aunque algunas de mis actitudes provengan del siglo XX. Mis hijos, sin embargo, tienen una actitud que se formó de manera muy distinta».
«Y esa actitud que uno tiene hacia lo digital también está muy relacionada con el lugar en el que uno vive y con su cultura».
Pesimistas vs. Optimistas
Prensky no cree tanto como Dorsey en que la edad marque tanto la diferencia -aunque dice que sí establece límites- pero está de acuerdo con él en que existe un conflicto generacional: quienes tienen una actitud negativa hacia lo digital no valoran todo lo que la tecnología es capaz de aportar.
«Muchos jóvenes se sienten frustrados porque son frenados por quienes tienen una cultura propia del mundo predigital que establece que son incapaces de hacer nada, pero esa actitud pesimista se formó antes de que existiera internet.
«Unos preguntan ‘¿Cómo podemos apagar la tecnología?’y otros responden ‘¿Por qué la quieren apagar?’. No nos damos cuenta de que todos estamos en el mismo barco», dice Prensky.
Pero Prensky se considera un optimista: «Hay muchas cosas que una generación puede aprender de la otra, desde lecciones de historia hasta habilidades, aunque no tienen por qué aprenderlas de la misma forma».
«Yo soy un gran optimista. Pienso que siempre habrá dificultades, pero las superaremos. Veo mucha gente en todo el mundo haciendo cosas maravillosas. Si reducimos la presión sobre los más jóvenes, llegarán a florecer y crear cosas increíbles. Ojalá muchos adultos no enfatizaran tanto el lado malo de la tecnología».